José Ramón Cruz Mundet, Los conceptos de Archivo y Documento, en Manual de Archivística, Madrid, Pirámide, 1994
Suciedad, desorden, documentos
arrumbados, es lo que viene a la mente de muchas personas cuando piensan en la
palabra archivo, dice Cruz Mundet.
Y en efecto, el primer
concepto que se tiene de los archivos es el de documentos acumulados, en un
proceso natural de las instituciones.
En 1956 Shellenberg los
revalora, al decir que por algo se acumularon esos documentos. Alguien
consideró que tenían un mérito. En 1970 E. Lodollini agregó que debían tener un
valor cultural y para 1985 la Ley del Patrimonio Histórico Español los define
como “Conjunto orgánico de documentos, o la reunión de varios de ellos,
reunidos por las personas jurídicas, públicas, o privadas en el ejercicio de
sus actividades, al servicio de su utilización para la investigación, la
cultura, la información y la gestión administrativa”.
¿Qué es un Archivo?
Existe ya un Consejo
Internacional que los define de tres maneras
·
El Conjunto de documentos conservados por sus creadores y sucesores para
sus propias necesidades
·
La Institución responsable de su mantenimiento y conservación
O
·
El edificio o parte del inmueble donde los documentos son conservados y
administrados
En efecto, no se equivocan los
que tienen la noción de un archivo como un lugar desordenado, sucio y oscuro.
Más de un autor ha narrado que
al llegar a pueblos de México y tratar de consultar los archivos parroquiales o
administrativos se han encontrado recintos húmedos y documentos mordidos por
las ratas, sujetos a la acción de polillas y otros insectos.
Se cuenta que en un pueblo del
norte de México, Miguel León Portilla se encontró que algunos documentos
estaban manchados de sangre, y al preguntar la razón le respondieron que como
se trataba de un lugar aislado, resultaba ideal para torturar a los presos,
violando sus derechos humanos.
Por ley la conservación de
estos documentos ha permitido conocer archivos ministeriales que en su momento
no interesaron a los periodistas o que
de cualquier manera no se les hubieran proporcionado, como es el caso de la
presencia de Fidel Castro y Ernesto Guevara en México, previo al inicio de la
Revolución Cubana y por supuesto del Movimiento Estudiantil de 1968.
Es sabido que Luis Echeverría
Álvarez, como secretario de gobernación en México ordenó al cineasta Servando
Gonzáles filmar en Tlatelolco el dos de octubre de 1968. Por la noche
recogieron a todo el equipo ordenándolos entregar las cintas. El documental Los Rollos Perdidos (2012), de Gibrán Bazán
considera que alguien logró sustraer a la gente de gobernación un positivo y
ponerlo en una lata sin marca. Como era imposible encontrarlo y se trataba de
una prueba de genocidio, habrían decidido incendiar la Cineteca Nacional,
aunque eso significara la pérdida de todo el archivo cinematográfico del país
que no estaba a cargo de la UNAM
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