Dennise Shmandt, Dos precursores de la escritura, en Los Orígenes de la Escritura, Waine Senner, Compilador, Editorial Siglo XXI, Cuarta Edición en español, 2001. Llevar cuentas no es una cosa natural al hombre, es parte de su cultura, es decir, algo que adquiere. Hace ocho mil años, en Mesopotamia, la Cultura Sumeria empezó a asignarle signos a cada número y entonces fue posible representar cosas como diez jarras, o cinco ovejas, pero mucho antes, con puntos y rayas, se representaban cantidades. ¿A qué equivalían? no lo vamos a dilucidar aquí, pero podemos imaginar que una esfera, un círculo, un triángulo o una piedra en forma de pirámide significaban distintas magnitudes. La historiadora francoamericana Dennise Shmandt nos dice que estas cuentas debieron aparecer cuando la gente vivía en chozas, en pequeñas comunidades, por la época en que se asentaron para dedicarse a la agricultura y dejar atrás la caza y la recolección de frutos como forma de alimentarse.