Diario de un Reportero Ramsés Ancira En la línea de pensamiento de Diego Fernández de Cevallos, muchos gobiernos del mundo espían a sus ciudadanos. Lo hacen por el bien superior de la seguridad del Estado. En realidad el Gobierno de México no necesita de sofisticados equipos de “software” israelí para vigilar a quienes por sus cargos públicos pueden poner en peligro a la Nación. Ahí está el antecedente de Emilio Gamboa Patrón y su conversación con el luego sentenciado por cargos de pederastia Kamel Nacif. El problema es cuando se espía por objetivos políticos y partidistas. Acudir a la Procuraduría General de la República para denunciar la intervención sin orden judicial de nuestras líneas telefónicas por parte del gobierno, tiene tanto sentido como pedirle que esclarezca los asesinatos de periodistas o que explique porqué algunos de los teléfonos móviles de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa seguían emitiendo señales desde el interior de campos militares, es decir, ninguno.