Diario de un Reportero
Ramsés Ancira
En la línea de pensamiento de Diego Fernández de Cevallos, muchos gobiernos del mundo espían a sus ciudadanos.
Lo hacen por el bien superior de la seguridad del Estado. En realidad el
Gobierno de México no necesita de sofisticados equipos de “software” israelí
para vigilar a quienes por sus cargos públicos pueden poner en peligro a la Nación.
Ahí está el antecedente de Emilio Gamboa Patrón y su conversación con el luego
sentenciado por cargos de pederastia Kamel Nacif. El problema es cuando se
espía por objetivos políticos y partidistas.
Acudir a la Procuraduría General de la República para denunciar la
intervención sin orden judicial de nuestras líneas telefónicas por parte del
gobierno, tiene tanto sentido como pedirle que esclarezca los asesinatos de periodistas
o que explique porqué algunos de los teléfonos móviles de los 43 desaparecidos
de Ayotzinapa seguían emitiendo señales desde el interior de campos militares,
es decir, ninguno.
Pero si ningún ciudadano se salva del espionaje, y esto incluye al mismo
presidente de la República; si los espiados no son personajes que se mueven en
la clandestinidad, sino por el contrario, periodistas y activistas por los derechos humanos; entonces
el espiarlos no es un tema de seguridad nacional, sino de la seguridad personal
de quienes infiltrados en el aparato de gobierno lo usan para negocios
personales. Un caso, las conversaciones entre funcionarios de OHL y
funcionarios de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
Si hasta el presidente se siente espiado ¿por quién? Malo si es por una
potencia extranjera, peor si se trata de un chantaje de sus propios compañeros
de partido o grupo político.
Si el fin último del periodismo es descubrir y denunciar actos de
corrupción de las fuerzas vivas, será muy difícil sustraerse de la vigilancia política,
la cual tratará de quitar toda credibilidad al
denunciante, como ya ocurrió a Pedro
Feriz de Con, cuando revelaron asuntos sentimentales que sólo a él le
competían.
Pero aquí se trata del uso faccioso y probablemente partidista de la información personal. ¿Qué
riesgo para la nación existe en que el director del Instituto Mexicano de la
Competitividad, Juan Pardinas denuncie los contenidos mortalmente altos de
azúcar en los refrescos de cola?
Muchos meses antes de que el New
York Times revelara la lista de personajes, y algunos de sus familiares, espiados con Pegasus, Pardinas ya
había denunciado la recepción de mensajes SMS conteniendo un enlace troyano.
Este no solo es capaz de conocer los números de teléfono, también las
grabaciones realizadas con los aparatos,
correos electrónicos, mensajes sms, fotografías, llamadas telefónicas,
correos electrónicos, archivos enviados y recibidos, ajustes de configuración
del teléfono y detalles de contactos. En una palabra, todas las funciones que
un teléfono inteligente pueda realizar.
También desde antes del reportaje del diario neoyorquino, Rafael Cabrera, uno de los investigadores de
la Casa Blanca de Peña Nieto, recibió mensajes, aparentemente mandados por UNO
TV con leyendas como esta: “Por tema de Casa Blanca presidencia podría
encarcelar reporteros mientras investiga. Ver nombres”: y a continuación el
enlace espía.
En este ejemplo quien podría presentar una denuncia no solo es Rafael
Cabrera, sino la misma empresa UNO TV, por usar su marca como medio para
obtener fraudulentamente datos personales.
Entre las últimas conversaciones telefónicas privadas, ampliamente reveladas figura una entre lafuncionaria de
Morena, Yeidckol Polevnsky y un hijo del dos veces candidato presidencial
Andrés Manuel López Obrador donde se discute la contratación de una empresa
para comprobar gastos. No se sabe si el software israelí fue empleado para
obtenerla, pero en todo caso no es la seguridad nacional lo que estaba en
juego, sino un uso partidista del descrédito.
Si puede haber tolerancia por el bien superior de la seguridad de la
Nación, no debería haber ninguna con quien utiliza el erario público para pagar
65 mil dólares por intervenir los teléfonos de quienes lejos de ocultar
información obtenida, la hacen pública,
en favor del interés público.
Después de todo, lo que el Estado necesita saber de los ciudadanos y
muchas cosas más, ya lo tiene desde que cualquiera abre una cuenta bancaria que
automáticamente es ligada al sistema de
Administración Tributaria, tanto que el
chiste PIZZERIA SAT va de
teléfono a teléfono, con algunas variantes.
– ¡Pizzería DE LA SAT, buenas
noches!
– ¿Pizzería qué?
– Pizzería DEL SAT Señor. ¿Cuál
es su pedido?
– Pero… Este… ¿No era el teléfono
de la Pizzería EL ABUELO?
– Era, sí señor, pero el SAT se
quedó con la pizzería, y ahora el servicio es más completo.
– Bueno, ¿Puede tomar mi pedido,
por favor?
– Cómo no señor Priego. ¿Desea lo
de siempre?
– ¿Lo de siempre? ¿Usted me
conoce?.. ¿Sabe mi nombre?
– Por el identificador de
llamadas. De acuerdo con su número de teléfono, sabemos que las últimas
53 veces que llamó pidió pizza y solicitó Pizza Criolla Familiar…
– Vaya, ¡no me había dado cuenta!
Quiero eso mismo…
– Señor, ¿puedo hacerle una
sugerencia?
– Por supuesto. ¿Tiene una pizza
nueva en el menú?
– No, señor. Nuestro menú es muy
completo, pero me gustaría sugerirle la de Queso suave y Ensalada…
– ¿Queso suave y Ensalada?
¡Noooooo! Odio estas cosas.
– Pero, señor, es bueno para su
salud. Además, su colesterol no anda bien….
– ¿Queeeeee?
– Tenemos información del
laboratorio donde usted se hace sus exámenes. Cruzamos el número de teléfono
con su nombre y vimos los resultados de sus pruebas de colesterol.
– No quiero pizza de queso suave
o ensalada. ¡Para eso tomo mi medicamento para el colesterol y como lo que se
me da la gana!
– Señor, lo siento, pero creo que
usted no ha tomado su medicina últimamente.
– ¿Cómo lo sabe? ¿Usted me está
espiando todo el tiempo?
– Tenemos una base de datos de
las farmacias de la ciudad. La última vez que compró su medicamento para el
colesterol fue hace 3 meses. Y la caja tiene 30 comprimidos.
– ¡ Es cierto. ¿Cómo sabes eso?
– Por su tarjeta de crédito…
– ¿Cóooooomo?
– Usted siempre compra sus
medicamentos en la Farmacia Independencia, que le ofrece descuentos si
paga con tarjeta de crédito del Banco BC. Según nuestra base de datos, de sus
gastos con la tarjeta, desde hace tres meses no ha comprado nada allí, pero sí
la utiliza en otros comercios, lo cual nos indica que no la ha extraviado.
-¡Ajá! ¿Y no puede ser que haya
pagado en efectivo en la farmacia? A ver qué me dices ahora,
– Usted le paga 900 semanales en
efectivo a su empleada doméstica y el resto de sus gastos los realiza con
tarjeta de débito o de crédito…
– ¿Cómo sabes lo que gana mi
empleada?
– Usted le paga la jubilación…
señor Priego.
– ¡Vete al… !
– Señor, lo siento, pero todo
está en mi pantalla. Tengo el deber de ayudarlo. Creo que usted debe
volver a reprogramar la consulta a la que faltó con su médico y llevar los
resultados de los exámenes que se hizo el mes pasado para la impotencia al …
– Mira flaco. Estoy harto de
INTERNET, la COMPUTADORA, EL SIGLO XXI, LA FALTA DE PRIVACIDAD, LAS BASES DE
DATOS, DE USTEDES y de este país…
– Pero, señor…
– ¡Cállate! ME VOY A MUDAR BIEN
LEJOS DE AQUÍ. A las Islas Fidji o a alguna parte que no tenga Internet,
computadoras, teléfono ni gente vigilándome todo el tiempo…
– Entiendo… Señor Priego.
– VOY A USAR MI TARJETA DE
CRÉDITO POR ÚLTIMA VEZ para comprar un boleto de avión e irme bien lejos.
– Bueno señor Priego…
– ¡Puedes cancelar mi pizza o
metértela en el… ¡Lo que te guste más! ¿Entendiste?
– Perfectamente. Se cancela. Una
cosita más señor Priego…
– ¿Y AHORA QUÉ?
– ¡SU PASAPORTE ESTÁ VENCIDO!
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