Basado en:
Polibio, Historias, traducción y notas Manuel Balash, Madrid, Gredos, 1996.
(A Carmen Aristegui a un año de ser temporalmente eliminada de la radio abierta)
Para los hombres no existe lección más importante que el conocimiento de los hechos del pasado, pero no sólo de algunos y de vez en cuando, sino de todos los hechos y todos los autores que sean posibles, pues la historia es esencial para entender la política "la única maestra que nos capacita para soportar con entereza los cambios de fortuna". Así lo considera Polibio, el primer historiador universal.
Cómo Platón, (427-347 AC) en la República, Polibio, quien vivió 78 años , a partir del 200 AC, considera que el poder tiene ciclos que se repiten: Monarquía-Tiranía-Aristocracia-Democracia-Tiranía, puede ser una de sus formas.
Equipara el poder del patriarca y del estado de la siguiente forma:
El hombre tiende a vivir en comunidades y a procrear hijos. Cuando estos crecen, si se ocupan del bienestar de los padres, ganan el aprecio de la gente que vive en sus pueblos, pero cuando esto no ocurre, por el contrario tienen su desprecio.
En una sociedad más grande, el que cuida a sus semejantes, adquiere su reconocimiento. Si es sólo por su fuerza, le obedecerán por temor y se convertirá en el Monarca.
Si este monarca abusa de su poder y acumula riquezas sin medida, se le considerará un tirano, pero si adquiere tierras y edifica murallas para la protección de sus congéneres ganará respeto, no sólo para él sino para sus hijos lo que puede derivar en el mejor de los casos en una dinastía real. Dice Polibio que cuando se considera que este monarca ha transmitido a sus hijos los valores de respeto y de protección para sus semejantes, se crea la realeza y los pueblos perduran.
Pero ¿Qué sucede cuando los hijos creen que lo merecen todo porque tienen libertad de expresión, y dinero para emborracharse y secuestran y violan jovencitas?. Nace así el dominio de una clase social sobre las otras, la oligarquía, quizá el modelo más cercano al que al inicio del Siglo XXI describe a la Argentina que pretende Macri, o a la que muestra Angélica Rivera cuando aparece de compras en Beverly Hills, o en su momento en la Casa Blanca y la portada de la Revista Hola.
Piense el lector y equipare a los ciudadanos del Siglo XII antes de Cristo, con en los que escucharon el reportaje de Carmen Aristegui sobre la forma en que se compró la Casa Blanca a los contratistas favoritos del sexenio de Peña Nieto.
Entonces, o ahora, los mejores hombres de estas sociedades ven como la oligarquía dispone de muchos más recursos de los que realmente necesita; como se dispendian los recursos en favor de unos cuántos; cómo los guardias de esos hombres que ahora viajan en Ferrari rojo, y entonces en carros tirados por caballos, invaden las aceras, golpean y balean (o lancean) al que se interpone en su camino.
En la actualidad no hay mejor manera de disuadirlos de su comportamiento criminal que grabándolos con las cámaras de seguridad o transmitiendo en directo sus ofensas contra la sociedad, a través de aplicaciones como Periscope. Sí hay mejores herramientas para la sociedad del Siglo XXI, pero los comportamientos tiránicos han existido siempre.
A esas personas que reducen el poder de la oligarquía y ganan las simpatías populares, les considera Polibio demócratas.
¿Quienes son hoy los que exhiben como se conforman las alianzas de los poderosos? Arne aus den Ruthen, Xóchitl Gálvez, Andrés Manuel López Obrador, Carmen Aristegui, Epigmenio Ibarra, John M. Acherman, Elena Poniatowska, Rosario Ibarra de Piedra, Denisse Dresser, Denisse Maercker.
Los hombres que están cercanos al poder y a la riqueza (ninguno de los arriba citados carece de una residencia propia en una colonia de lujo), pero notablemente menos que los del monarca, se revelan y son apoyados por las masas para tomar el control. Eso, dice Polibio, transforma la constitución de un país que primero fue monárquico, luego oligárquico y a partir de esta revuelta, democrático.
Ahora bien, no importa si esos líderes realmente son democráticos ¿Acaso López Obrador consulta sus actos de campaña? ¿El señor apodado El Bronco de un día para otro se quitó el ropaje priista?
Eso es menos importante que la percepción del que al ver esos encendidos discursos grita eufórico Ya llegó, ya esta aquí, el que va a chingar al PRI.
El Partido actualmente en el poder en México (marzo-abril 2016) realmente debió sentir que Carmen Aristegui representaba un grave peligro para su sobrevivencia y por ello hizo todo para destruirla. Cierto es que los vacíos de información no existen y hoy Sin Embargo es una de las publicaciones que denuncian los abusos de la oligarquía en México, pero esto no es suficiente para llegar a las masas que están dispuestas a movilizarse, como lo hacía en radio Carmen, quien no puede hacerlo en medios como CNN.
Dejemos ya las alegorías para regresar al pensamiento de Polibio, quien asegura que la Democracia tampoco es perdurable.
El historiador considera que la diosa Fortuna tiene un peso en la manera en que se desarrollan los acontecimientos. Es oportuno anotar además que Polibio es el primero en abordar la historia de manera universal, a diferencia de antecesores como Hesíodo, Herodoto y Tucídedes o Jenofonte, que se dedicaron a los griegos, los persas o los espartanos en particular.
Con Platón, Polibio piensa que en la democracia las cosas se relajan y advierte: No debemos declarar que hay democracia ahí donde la turba sea dueña de hacer y decretar lo que le venga en gana.
Sólo la hay -continúa diciendo- donde es costumbre ancestral venerar a los dioses, honrar a los padres, reverenciar a los ancianos y honrar las leyes, esos sistemas, cuando se impone la voluntad general deben ser llamados democracias.
Continuando con la línea de razonamiento de Polibio, es natural, pues somos animales, que primero vivamos en manadas. Luego alguien destaca y se convierte en Monarca. Si este actúa en función del compañerismo adquiere virtudes que Polibio llama realeza. Este linaje real perdura mientras no haya distinción en la vajilla, los placeres o los amores lícitos.
La masa cuando recibe caudillos, junta su fuerza a la de ellos para eliminar totalmente el poder real y el monárquico, entonces empieza y se desarrolla la democracia -en el concepto de Polibio- partidocracia la podríamos llamar los que nos sentimos representados ahora mismo por ningún partido.
El Pueblo en efecto para demostrar al instante su agradecimiento a los que derribaron a la monarquía los convierte en sus gobernantes y accede a ellos para resolver sus problemas. Al principio estas nuevas autoridades se contentaban con la misión recibida y antepusieron a todo el interés de la comunidad, trataban los asuntos del pueblo, los públicos y los privados, con un cuidado prudente. Pero cuando a su vez, los hijos heredaron el poder de sus padres, por su inexperiencia en desgracias, por su inexperiencia total de lo que es la libertad política y la libertad de expresión, rodeados desde la niñez del poder y la preeminencia de sus progenitores, unos cayeron en la avaricia y la codicia de las riquezas injustas, otros se dieron a las comilonas y a la embriaguez y a los excesos que las acompañan, otros violaron mujeres y raptaron adolescentes: en una palabra convirtieron la democracia en oligarquía.
No se si a usted gentil lector, estas palabras le evoquen a los cachorros de la revolución y a priistas acusados de pederastas, que no voy a mencionar por sus nombres ahora, pero que se ligan a sucesos ocurridos en Puebla ya en el Siglo XXI.
A este tipo de jóvenes que sentían que el País les debía todo y ellos nada a este, los acompañé y percibí en visitas al ITAM en los años 80s del Siglo XX. Son a los que temo cuando los nominan a cargos públicos, los Gamboa, los Murat, los Ruiz Massieu o los Moguel Robles
Son apellidos que lejos de tener el sentido de realeza, de merecimientos, parecen destinados a conservar la oligarquía priista, en caso de que no creamos en el concepto de Presidencia Imperial.
Las historias de Polibio tienen mucho que enseñarnos, tanto al PRI y a Peña Nieto, como a los que tenemos el poder del voto para conservarlos o desaforarlos.
Mientras tanto personas como Carmen Aristegui, que han trabajado por la democracia, tienen por el momento foros menos poderosos, pero no totalmente bloqueados. Ese, el periodismo, es un frente de lucha. El de la memoria histórica, otro.
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