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Compendio de Historia Económica del Perú



Compendio de Historia Económica del Perú[1]


El libro está dividido en los siguientes grandes temas, Luis Guillermo Lumbreras expone Los orígenes de la Sociedad Andina; Peter Kaulicke, sobre la economía en el periodo formativo; Julián I. Santillana trata de la Economía Prehispánica en el Área Andina; y Waldemar Espinosa Soriano sobre la Economía Política y Doméstica del Tahuantinsuyo
 
Lumbreras indica que América sería uno de los últimos territorios del planeta poblado por seres humanos, ubicando los primeros asentamientos 22 mil años antes del presente, lo que reconocería la presencia de homo sapiens unos 10 mil años antes de las migraciones por el estrecho de Bering.

Destaca así que ya se trata de homo sapiens completamente humanizados, que las diferencias que pudo tener en su desarrollo en distintas áreas del continente, dependerían de factores geográficos, pero en todo caso parten de una base común de capacidades Si sus instrumentos son pocos o insuficientes, busca nuevos y domina la tierra y lo que hay en ella.

Del poblamiento concreto del Perú considera que no hay una fecha confiable de inicio, pero sí del final, que sería unos ocho mil años antes de Cristo, lo que en términos de clasificación universalmente utilizados correspondería al Paleolítico Inferior.

Los primeros pobladores de esas costas sudamericanas debieron haber vivido en áreas densamente forestadas. Hay evidencias de que utilizaron objetos punzocortantes como herramientas, aunque no las fabricaran en serie ni con mucho estilo pues se limitaban a chocar píedras. Se alimentaban de los animales muertos o cazados por ellos mismos.

El macizo andino y las cordilleras, debieron representar, dice Lumbreras, un aislamiento biótico que impedía el intercambio de fauna y flora. La corriente cálida denominada Humboldt y la fría, llamada El Niño, provocaron una costa árida. Un desierto que corre a lo largo de la rivera hasta los 30 grados de latitud sur donde ya aparecen bosques templados y húmedos.


Los cambios climáticos son tan pronunciados, dice Lumbreras, que los conquistadores españoles vivieron la experiencia de que en una misma excursión, pasaban de un clima lluvioso a uno seco.

Destaca también las diferencias antropológicas: restos de un hombre con una antigüedad de 10 mil años antes del presente, revelan que medía 1.70 de estatura. ¿Qué lo diferenciaba? Se alimentaba de la pesca. También tenía un cráneo más ancho, lo que hoy se asocia a un cerebro más desarrollado. Usaba arpones para la caza marina.. Los restos se encontraron en Paijan, hoy provincia de Ascope, en Perú.

Ya para el 7 mil AC, los habitantes de tierra adentro debieron de alimentarse de pequeños roedores no domesticables (alguna especie de conejo) y cérvidos. También hay vestigio de camélidos como la Vicuña. Entre el 5 mil y 4 mil AC, aumentó el calor y empezarían los procesos de domesticación de animales como la llama.

De esta misma época hay vestigios de cazadores que se asociaban para tender emboscadas a los animales con los que se alimentarían, lo que ya nos indica organización y cooperación para el trabajo.

Para poder sintetizar lo más relevante de este libro de 445 páginas, es necesario pasar al siguiente autor.

Kaulicke y las primeras civilizaciones
Peter Kaulicke explica la economía andina a partir de las civilizaciones desarrolladas. Estas se distinguen por una arquitectura monumental con grandes plataformas para celebrar ceremonia o ritos.

Sus dioses estaban relacionados con diversos animales, algunos de ellos metamorfoseados, particularmente felinos a quienes daban apariencia humana. Cóndores y águilas parecían otros animales de culto, pero hay algunos míticos, una combinación de cocodrilos alados. A falta de un nombre conocido se les identifica con figuras europeas. Kaulicke les llama dragones, que serían padres del sol y la luna.

Fenómenos naturales como los sismos, el rayo y la lluvia se adjudican a los “dragones”. Son hermafroditas según las representaciones del arte chavín, alrededor de tres mil años antes del presente[2]

A partir de la página 148 de la obra citada Kaulicke desarrolla el tema de la economía prehispánica andina. Citando a Rebeca Carrión, el autor dice que el imperio Chavín pudo ser incluso más rico que el de los incas ya que tenía una organización agrícola, menos interesada en las guerras de conquista, lo que permitíó el florecimiento de las artes y de la actividad intelectual. Una prueba de ello sería la calidad de su orfebrería.

La provincia de Casma y sus sitios arqueológicos en el cerro del Sechin y las Haldas, son otros vestigios que permiten reconstruir la economía alrededor del 3 mil 500 antes de Cristo.
Los vestigios revelan una sociedad capaz de organizarse y distribuir funciones religiosas, administrativas y políticas.

Los habitantes tenían múltiples formas de alimentarse, productos marinos, caza de venados y sobre todo productos agrícolas como el maní, yuca, papas y camotes. Frijol y maíz también formaban parte de su alimentación.

Sin embargo se estima que en el valle de Zaña, este periodo de auge duró menos de 100 años y convirtieron su ciudad en cementerio. Una explicación probable es que no querían pagar tributo.

Ya para entonces (300 AC).dice Peter Kaulicke, no se podía hablar de un sistema pacífico y protector; pero si había especialistas en ingeniería, arquitectura y artesanos especializados en labrar piedras o realizar objetos de alfarería.

Existen evidencias de que se practicaba el chamanismo, auxiliado de drogas que alteraban la conciencia.

Julián I. Santillana, sobre la Economía Prehispánica en El Área Andina[3]

Para este autor el fenómeno del Niño no es nuevo y ha influido desde antes de la conquista en la economía prehispánica.

La elevación de la temperatura del agua marítima de 15 a 20 grados centígrados provoca migración de los peces.

Por otra parte la elaboración de bebidas fermentadas a partir de la papa (chibcha) y la industrialización de la lana de los camélidos fueron factores que intervinieron en la economía, tanto doméstica como la que influye en la estratificación de clases socioeconómicas.

Además,  evoluciona diferente una sociedad que emplea la metalurgia para producir armas, que aquella que la usa para obtener instrumentos agrícolas.

La economía, sin monedas, funciona mediante el trueque, por ejemplo las tribus en las alturas podían tener rebaños de camélidos e intercambiar lana con los habitantes de los valles, quienes producían en sus huertos.

Por otra parte se estima que la naturaleza no tuvo demasiados cambios climáticos entre el 200 Antes de Cristo y el 100 de nuestra era, lo que permitió la formación de grandes ciudades. La sociedad Moshe, del periodo intermedio, llegó a tener ciudades de hasta 250 mil habitantes. El Mar en la costa norte proveía de abundantes recursos alimenticios y además conchas, lo que modelaba los rituales religiosos. La calabaza, los frijoles, la carne de llama y de pavo, complementaban las necesidades de proteínas.

Los sistemas de irrigación favorecían los cultivos y el hambre no era problema entre los Moshes. Los objetos de metal, necesarios para distinguirse por clases sociales, daban empleo a artesanos metalúrgicos.

En el extremo norte del actual Perú, se distinguió la metalurgia del pueblo Vicus, que a pesar de tener su propia identidad, estaba relacionado con los Moshes. Otra cultura de la región es llamada Gallinazo.
En la Costa Sur se desarrolló la cultura Nazca, que hoy conocemos principalmente por las extensas formaciones en forma de corredores kilométricos, que reproducen  figuras zoomorfas.

A los Nazcas los distingue de otros pueblos de Perú, el que además de consumir la carne y los vegetales, como sus vecinos, se alimentaban de camarón de río y cultivaban el algodón, con lo que también desarrollaron una industria textil.

Waldemar Espinosa sobre el Tahuantinsuyo
La última parte de la obra, a partir de la página 312 es acerca del Tahuantinsuyo, palabra del quechua que se refiere a las 4 regiones del imperio inca.

Su extensión era similar a la que hoy ocupa el territorio mexicano, alrededor de 2 millones de kilómetros cuadrados entre el Océano Pacífico y la Selva Amazónica[4]

Para estudiar su economía,  Espinosa propone valorar qué y cuanto producían. También  considera la propiedad y advierte que esta no era sólo en términos materiales: por ejemplo el baile del Huacón solo podía ser ejecutado por los habitantes de la Sierra Central, mientras que otras danzas sólo podían bailarlas los ganaderos propietarios de Vicuñas.

Caminos, puentes, pozos, plantaciones de coca, armas y bosques eran propiedades del Estado, igual que los templos.
Citando a Garcilaso de la Vega, Espinosa dice que los padres heredaban a los hijos y las madres a las hijas. Piensa también que había asociaciones de artesanos y agricultores que podían compartir instrumentos de trabajo.

El Estado podía contratar turnos de trabajo de hombres libres, a quienes retribuían con alimentos y bebidas, las mujeres se dedicaban predominantemente a la elaboración de tejidos, pero también podían contribuir como guardianas de las ciudades y de las fronteras. También se empleaban esclavos para cultivar la coca, que era utilizada para que las personas de mayor jerarquía compraran la amistad de los poderosos, o servicios especiales de la alta nobleza inca.

Finalmente el autor considera que también los dioses tenían propiedades y una de estas podían ser las manadas de llamas que corrían libres en las praderas.







[1] Economía Prehispánica. Tomo 1 del Compendio de Historia Económica del Perú: Autores, Lumbreras, Kaulicke, Santillana  y Espinoza. Editado por Banco Central de Reserva del Perú, 2008
[2] Ibídem, página 144
[3] Ibídem, PP. 228/312
[4] En Wikipedia, la Enciclopedia Libre. Recuperado desde https://es.wikipedia.org/wiki/Imperio_incaico. Consultado el día 3 de diciembre de 2015

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