Diario de un Reportero
Los medicamentos a prueba contra el COVID-19 en México
Ramsés Ancira
Parece una frase de Perogrullo,
pero ha sido válida en toda la historia de la humanidad, aunque haya sido hasta
el siglo XX que Albert Einstein la enunció, cuando quedó suficientemente clara, “si
sigues siempre los mismos procedimientos, siempre vas a obtener los mismos resultados”. Igual
sucede en México, se sigue atendiendo a los pacientes de la misma manera y
sigue aumentando el número de muertos, ya más de cinco mil, y contando.
La Secretaría de Salud ha
emitido un interesante documento sobre los medicamentos con los que se está
experimentando para sanar a los contagiados por el nuevo Coronavirus; pero no
se sabe si hay que leer entre líneas, recomendándole a los médicos que los usen,
pero sin que la institución se haga responsable; o bien si en caso de que se
arriesguen, hay disponibilidad de estos fármacos, que ya se han utilizado con éxito para combatir enfermedades como el lupus, la oncocercosis, la malaria y otros transmisores patógenos.
El documento de cuatro
páginas enfatiza que la evidencia de eficacia y seguridad en este
padecimiento es aún muy débil, en muchos casos inexistente.
Sin embargo, algunos
médicos, padres de otros médicos y doctoras que se han contagiado en hospitales
públicos nos han dicho que ante el riesgo inminente de ver morir a un hijo o
una hija han preferido atreverse y usar estos medicamentos, en lugar de
conformarse con la práctica neoliberal de dejar hacer, dejar pasar.
El documento llamado Uso
de medicamentos de eficacia no comprobada en pacientes con Covid-19, emitido
por el Gobierno de México, nombra Cloroquina, hidroxicloroquina, lopinavir/ritonavir,
tocilzumab, ivermectina, remdesivir y plasma de pacientes convalecientes y
anticoagulantes.
La Secretaría de Salud,
NO ha prohibido el uso de estas medicinas y procedimientos, pero sí precisa:
“En vista de la rapidez
con que la epidemia ha crecido y la evolución hacia una enfermedad grave en una
proporción importante, los médicos y pacientes han recurrido al uso de estas
terapias intentando ofrecer lo mejor posible a los afectados.
“Si bien esa conducta es
entendible y justificada en muchas ocasiones, esta práctica puede tener consecuencias
importantes tanto en el paciente como en la comunidad. Para el paciente, la
ocurrencia de efectos adversos conocidos o no, algunos graves, interacciones
medicamentosas significativas, y para la comunidad un uso desproporcionado de
algunos medicamentos que pueden generar desabasto que afecte a los usuarios
habituales. Por tanto, hacemos un llamado para que el uso de tratamientos
contra COVID 19 cuyo uso no está sustentado en evidencia científica
suficiente (el subrayado es nuestro) en cuanto a seguridad y eficacia se
lleve a cabo con la mayor responsabilidad posible y siguiendo las siguientes
recomendaciones.
“1. De preferencia
hacerlo bajo un ensayo clínico controlado, registrado y aprobado por comités de
ética e investigación en la Institución en donde se trata el paciente, de acuerdo
a la normatividad vigente.
“2. En caso de no existir
acceso a algún ensayo clínico aprobado
- Llevar a cabo las acciones de farmacovigilancia y reporte de eventos adversos en forma estricta de acuerdo a la normatividad vigente.
- Revisar y considerar específicamente las posibles interacciones de los fármacos utilizados con otros que el paciente recibe.
- Informar debidamente al paciente sobre la evidencia no existente del uso de estos medicamentos en su padecimiento y pedir su consentimiento para usarlos aún en esa situación.
- Idealmente hacer este informe mediante un documento de consentimiento informado que se firme al ingreso al hospital y que avale el uso de medicamentos fuera de las recomendaciones establecidas basadas en evidencia.
“Dicho documento de
consentimiento debe ser independiente de consentimientos informados aplicados
para protocolos de investigación específicos”. Hasta aquí la cita.
Portada del folleto de la Secretaría de Salud en el que refiere una lista de medicamentos empleados extraoficialmente |
Deberíamos saber que es
lo que funcionó en la recuperación de otros contagiados famosos, como el
locutor Esteban Arce, que se internó en una clínica privada, el actor Tom Hanks
y su esposa o el primer ministro británico Boris Johnson, todos ellos
sobrevivientes de la infección, al parecer sin daños graves.
No sobra decir que la
automedicación es un grave problema. Los familiares de los enfermos no saben si
estos medicamentos pueden interactuar con otros en forma negativa; pero esto no
obsta para que se les consulte a tiempo y se les den a conocer cuáles son
alternativas de tratamiento, sobre todo cuando aún haya tiempo y no se haya
llegado al extremo del entubamiento, donde según datos oficiales, 56 de cada 100
pacientes pierden la vida.
No olvidemos que, aunque
se explica que hay condiciones especiales por la obesidad, la diabetes y la hipertensión,
en México la mortalidad de los enfermos es más alta que en otros países, casi
el doble: 10.5%.
A este respecto, un lector
me envía la opinión del doctor Felipe de Jesús Cruz Espinoza, quien asegura que
si el gobierno se concentra en los ventiladores y no en la prevención “a los
pacientes se les va la vida”.
Cruz Espinoza es parte de
un grupo de investigadores que ha creado un concepto llamado agrohomepatía,
palabra compuesta por tierra; la raíz griega de homoíos, que significa semejante,
y páthos, enfermedad. Así pues, las investigaciones por las que se ha
distinguido este integrante de la Universidad Agraria de Chapingo son por la
cura de enfermedades de las plantas.
No es para espantarse, recordemos que los seres vivos, ya sea del reino animal o vegetal compartimos la mayor parte del código genético.
La evidencia es aún muy
pobre, pero Espinosa aseguró en una entrevista que raspando la lengua de
enfermos de coronavirus ha obtenido la base para elaborar un remedio homeopático.
En una entrevista para el
portal reporterosenmovimiento.com, realizada el 19 de abril de 2020, Cruz
Espinosa aseguró que con un grupo de la Universidad de Chapingo creó una tintura que dieron
a dos enfermos contagiados por el virus, los cuales se recuperaron. Es el mismo
principio de una vacuna, pero en este caso con una solución diluida en alcohol.
Al investigar a Ruiz Espinosa
me llevé una decepción pues encontré que su cédula profesional, la 608801,
corresponde a un licenciado en economía del Instituto Politécnico Nacional. No
pude corroborar el doctorado en Ciencias Agrarias que ostenta en su currículo.
Sin embargo, la
Universidad Autónoma de Chapingo avala su trabajo y esta es una institución reconocida
nacional e internacionalmente. El remedio, al que llaman Nosodes es gratuito. El
principio es diluir el virus a una millonésima parte, de manera que pierda toda
toxicidad, y sin embargo permita la creación de anticuerpos.
Puede sonar absurdo,
también lo fue en su momento la idea de que la tierra giraba alrededor del sol,
pero son tiempos desesperados y si todo tiene remedio menos la muerte, es mejor
comprobar si la idea sirve. La investigación debería ser retomada por biólogos,
patólogos y químicos orgánicos, hacerse interdisciplinaria y aunque tome tiempo
es mucho mejor que quedarse de brazos cruzados. La doctora Laurie Ann
Ximénez-Fyvie, jefa del Laboratorio de Genética Molecular de la UNAM,
reconocida por sus pares y referenciada en múltiples medios informativos,
pronostica, con base en las estadísticas oficiales que el Coronavirus podría
provocar hasta 35 mil muertes en México este mismo año, siete veces mas que las
reportadas hasta el 18 de mayo de 2020.
Fe de Erratas: En una
página anterior de este diario (Se necesitan héroes, generosa recompensa)
referí que me había enterado de la muerte de Yoshio el 13 de enero, cuando esta
ocurrió en realidad el 13 de mayo. Una disculpa pues encontré el artículo en
una página de internet con la que no tengo contacto y no pude avisar antes de
su publicación.
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