Reunir en una sola producción las artes del teatro, la música y la
danza, con la educación, la historia y la gastronomía. Halagar al mismo tiempo
el sentido del gusto, del oído, del olfato y de la vista, simultáneamente que aporta
información valiosa para todo aquel que se precie de mexicano, son las metas que cumplen con creces
en la compañía Colibrí y Venado en el producto interdisciplinario María Ignacia.
Basada en el papel más ignorado que conocido del personaje que pasó a la
historia con el apodo de “La Güera”, la obra realizada por la compañía (integrada
por al menos tres docenas de bailarines, cantantes, músicos, iluminadores,
investigadores) nos descubre el papel esencial que tuvo esta mujer María
Ignacia Rodríguez de Velasco de Osorio Barba y Bello Pereyra, en la
independencia de México.
Las relaciones de “La Güera” con la corte, le permitieron conocer la
carta que el restaurado rey de España, Fernando VII, le había enviado al Virrey
Apodaca, en la que le pedía un hombre popular en el Ejército Realista para
negociar con los insurgentes de la Nueva España.
Según Artemio del Valle Arizpe, fue María Ignacia Rodríguez la que
propuso a Iturbide para entrevistarse con Vicente Guerrero y terminar la
guerra con el abrazo de Acatempan.
Sin embargo esta no fue la primera simpatía mostrada por esta mujer a la
causa insurgente, ya había sido acusada en 1811, entre otros cargos, de apoyar
con recursos a la causa de Miguel Hidalgo y se salvó de la inquisición tanto
por conocer de las relaciones de homosexualidad que sostenía el inquisidor con
un seminarista, como por la protección del entonces virrey Beaumont, quien la
exilió temporalmente en Querétaro.
Ahora bien, imagine esta historia contada con las danzas que representan
las vaquerías en Yucatán, acompañada con una torta de cochinita pibil, el
encuentro de Vicente Guerrero con Agustín de Iturbide, ilustrado por el choque
de aceros en una danza folklórica, o un son jalisciense ejecutado en vivo por
un trío de extraordinarios músicos.
Fernanda Ruiz Vargas, licenciada en danza folclórica de Bellas Artes y
Noemí Contreras Cano, creadoras de la compañía de Arte Escénico Colibrí y
Venado, nos cuentan con más aciertos que defectos, hechos trascendentales para
la historia de México, como la creación del Plan de Iguala y la formación del
Ejército Trigarante.
Más bailarines que actores, las deficiencias de dicción se hacen menos
patentes con la destacada narración de Luisa Aguilar, que va uniendo los huecos
entre bailes, para darle una coherencia informativa al espectáculo.
Una producción esencial para entender la historia, con altos costos de
diseño y realización de vestuario, merece muchos escenarios públicos y privados
para ser difundida. Los espectadores hasta pueden comer sin hacer mucho ruido
desde sus butacas, ya que no les van a entregar bolsas de aluminio o de
plástico, sino las cosas tan naturales como se comían en el siglo XVIII.
Una historia contada sin patrioterismo que puede ser escenificada en
museos y teatros del Estado, pero también en teatros privados, para empresarios
de espectáculos que, quieran invertir en calidad en el entretenimiento.
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