Texto y fotografías Ramsés Ancira
Visito el Hospital de Jesús en la Avenida 20 de Noviembre del Centro Histórico, ubicada a un costado de la estación del metrobús Museo de la Ciudad de México. Lo hago porque paso por ahí, porque recuerdo que es como un oasis entre el ruido del intenso tráfico y porque un recuerdo, espero que no sea inventado, me indica que ahí se encuentra uno de los secretos mejor guardados de la historia de mi país, el lugar donde reposan los restos del conquistador español Hernando Cortés.
El Hospital de Jesús es administrado por una institución privada. A pesar de su importancia no se le considera un lugar para turistas; pero tampoco se niega el paso a quien desea acceder.
Aunque hay desacuerdo entre los historiadores, es el más antiguo del continente americano, y si no, es uno de los tres primeros...sin embargo debe serlo porque fue ahí donde se curaban los soldados españoles de las batallas después de que el español traicionó la confianza de Moctezuma, quien lo recibió mejor que Peña Nieto a OHL y al rey español.
Encuentro el busto de Hernán Cortés. Ahí es donde la memoria me dice que vi una placa que hablaba sobre sus restos, ahora, no se habla de esto como una tumba.
Pregunto al personal de seguridad y amablemente me responde que los restos no están exactamente ahí, sino en la iglesia, a un costado.
Después me entero de algo muy interesante, Hernán Cortés no cedió a la Iglesia el control del Hospital y esto tuvo consecuencias positivas siglos más tarde ya que Benito Juárez no lo incluyó en las expropiaciones de las Leyes de Reforma. Esto influyó para que el Hospital haya permanecido por más de medio milenio conservando su función original.
Acudo a la Iglesia de Jesús Nazareno, aledaña al Hospital de Jesus, veo varias placas y nichos monumentales, pero no encuentro la de Hernán Cortés. Finalmente le pregunto a un guardia de seguridad pero este me asegura que Eulalia Guzmán, una famosa historiadora del Siglo XX se llevó los restos para esconderlos de posibles actos de patrioterismo.
No le creo. Lo cierto es que todas las referencias que encuentro en internet coinciden en que los huesos de Cortés están ahí. Es cierto que grupos radicales podrían causar vandalismo si se estableciera con precisión su ubicación, lo que hace comprensible el que muchas personas crean que es más conveniente mantener enterrado en el anonimato ese pasaje de la historia.
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